ACERCA DEL AUTOR

MÍ MISMO


Soy 60 kilos de hueso, músculos (¿dije músculos?), vísceras y estiércol que a la falta de autoestima me resigné a este cuerpo y miento diciendo que soy feliz en esta piel. Por eso no me ven en las piscinas llamando la atención con mis enormes rodillas, mis enormes costillas y mi enorme... ansiedad de que sea más grandecito. 

Soy un miedoso a la velocidad, la altura y las odontologías, por eso detesto montarme en una moto, montarme en un globo y montarme en una ortodoncia. Soy un comelón empedernido y entre mis platos preferidos están: el sancocho de tres telas, la tripae´callo, la chunchurria, el pescuezo de pollo, la arepa amarilla, los frisoles con coles, la trompa de marrano y la morcilla con arepa. Soy un solitario que a veces no quiere hablar con nadie, por eso me encierro días enteros en mi pieza consolándome con el monólogo del televisor, tratando de no odiar más el homo sapiens que tortura y mata.

No me gusta estar en la semana fuera de mi lugar de trabajo, la escuela, los chicos alientan mi alma. Yo soy un niño con pelo de niebla que juega a existir. Soy amante de la noche, de la poesía y del vino, de la música romántica, del rock de los ochenta y de la lluvia de media noche. Soy un soñador que cree que algún día habrá paz, que desaparecerán los partidos políticos, las corridas de toros, las galleras y el cáncer de próstata.

Soy un enamorado de la vida y visto siempre de pantalón negro para no olvidar que esta termina y como no creo en el más allá, el negro me simboliza ausencia. Soy lo que como, lo que leo, lo que tomo, lo que siento, lo que vibro, lo que lloro, lo que río, lo que creo, lo que demuestro, lo que oculto, lo que temo, lo que hablo, lo que escribo en esa hoja de papel en blanco.

Soy 60 kilos de vísceras, carne, hueso y estiércol, que deambula por esta insignificante porción del universo a medio día, con la linterna encendida buscando un verdadero ser humano. Yo que he sido un ermitaño de mi pieza, en la que me encierro para esconderme del mundo o de mi espejo, huraño por herencia, suicida del tiempo que me queda, he despreciado estar vivo, me duele respirar y anhelo mis cenizas.

Reconozco que, ante el error, la culpa es la que hace el nudo de la horca. He cometido muchas embarradas y ante todas he deseado no estar en este pellejo, pero de todas he salido avante, con la misma piel. Así se ha ido formando mi carácter, al precio de irme arrinconando en una esquina del tiempo. He cometido errores grises que han podido acabar con mi existencia y he sobrevivido gracias a la protección de los dioses. Los dioses aman a los genios y a los santos y se los llevan temprano. Necesitan de ellos su consejo. Yo, que soy ingenuo y nunca he dado ejemplo de religiosidad he demorado en dejar este universo.

He cometido errores de tumba y aquí estoy sospechando hasta cuándo. Tal vez algún día me vuelva santo, o genio, o ambos, y la flaca me necesite para que le aconseje su próxima víctima en su parietal derecho. O tal vez no cometa ningún error, pero algún santo o algún genio me confunda y me nombre. Ese día quiero que me entierren con mi guitarra, un lápiz, una hoja de papel en blanco y una botella de vino, para escribir una canción al oscuro y tenebroso mundo de los vivos.

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